Tortilla de patata de Chefa (tipo Betanzos).

La tortilla de patata es uno de esos platos populares, riquísimos, que a los españoles nos trae, cuando estamos lejos, los recuerdos y los aromas del hogar. Cada casa tiene una receta especial de su madre, de su abuela… en mi familia, de generación en generación, la tradición viene pasando de mi tía Chefa, que con sus famosas tortillas cosechó, entre la familia y amistades, grandes simpatías y devotos de sus fogones, en el Santiago de la época, allá por los años cuarenta.

 

Como veo que ha despertado cierto interés la alusión que hice la pasada semana a su tortilla gallega, y en especial agradeciendo el amable comentario de Loreto, hoy, voy a dejarles la receta...

Categoría	Dificultad	Tiempo
	Fácil	20 minutos

Ingredientes	Imagen
½ kg de patatas Aceite de oliva 8 Huevos 8 cucharadas grandes de caldo (1 por huevo) Sal	

Preparación

Debemos empezar por pelar y cortar las patatas en láminas muy finas. En una sartén, ponemos a calentar abundante aceite de oliva (aguanta mejor las altas temperaturas), en cantidad suficiente para que queden cubiertas. Cuando esté caliente vamos añadiendo las patatas con un poco de sal. Deben quedar fritas no cocidas, pero tampoco demasiado, por lo que desde que veamos que empiezan a dorarse bajamos el fuego para que se acaben de hacer por dentro. Mientras tanto, calentamos el caldo (antes se hacía con caldo casero, pero hoy en día reconozco que  el Caldo de la Abuela de pollo con verduras de Knorr es el que yo empleo para esta receta y queda muy bien) y batimos bien los huevos, alrededor de un minuto, en un plato hondo. Cuando estén batidos, añadimos, despacito, cucharada a cucharada el caldo caliente (sin dejar de batir para que no cuaje el huevo). Se echan las patatas fritas al huevo y removemos, dejando que se impregnen y mezclen bien. Ponemos dos cucharadas de aceite a calentar, que cubra el fondo y se reparte por las paredes para que no se pegue, en una sartén mediana, para que la tortilla no quede ni muy gruesa ni muy delgada (22cm aproximadamente de diámetro). Añadimos la mezcla de huevo y patatas. Con un tenedor revolvemos un poco por el centro abriendo las patatas para que entre bien el huevo y para ayudar a que cuaje. Cogemos el mango y movemos la sartén con movimientos circulares, en horizontal, para que no se pegue y se distribuya bien el huevo. Debemos controlar la temperatura del fuego bajándola un poco para que no sea muy fuerte y cuaje sin quemarse por fuera. Cuando vemos que está media cuajada y que se ha formado una capa inferior que se despega bien por debajo, se le da la vuelta con un plato llano o con una tapadera de borde liso y se deja caer a la sartén, inclinando el plato y resbalando la tortilla, poco a poco, para hacerla por el otro lado (si vemos que se ha secado mucho la sartén, antes, le volvemos a poner una cucharadita de aceite). Movemos, otra vez la sartén con movimientos circulares. Debe quedar por dentro blanda y no muy cuajada y por fuera en un tono rubio dorado sin quemar. Por último, algo importante, esta tortilla ha de comerse caliente, todo lo contrario a la tortilla de las excursiones que se come fría, lleva más proporción de patata y ha de cuajarse bien.

Espero que a los que se animen a intentar esta receta tradicional de tortilla gallega tengan el mismo éxito que tiene en mi familia. La primera vez que hagais esta receta recomiendo emplear la mitad de ingredientes (250 g. de patata y 4 huevos).